Reformar Terrassa | Reformas en terrassa

Me alegro de que disfrutaras tanto la navidad. Desgraciadamente, yo no puedo decir lo mismo. Verás, te explico. El 19 de diciembre mi tía-abuela se dio un porrazo enorme contra el suelo, rompiéndose el brazo derecho. La tuvimos que llevar al Hospital. Y el 22 ingresó también mi tío-abuelo, diagnosticándole cáncer de vejiga. Para colmo de males, el 27 mi Reformas en terrassa pequeña sufrió una “bronconeumonía”, quedando los tres al mismo tiempo ingresados.

Acudía mañana, tarde y noche a diario, para estar con ellos, con la inestimable ayuda de algunos de mis familiares. Finalmente, el día 29, casi con la nochevieja a la vuelta de la esquina, mi tía-abuela salió del Hospital, y mi hija, justo el 31 a mediodía. Pero mi tío-abuelo, desgraciadamente, allí se quedó.

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Estuve con él la nochebuena, cenando con él y comiendo el sabroso turrón de todos los años. También la nochevieja, donde tomamos juntos las uvas y brindando con cava por un año mejor y más próspero (aunque me temía lo peor), y por último, la noche de Reformas en terrassa, donde compartimos el “roscón” y el chocolate. En realidad él apenas podía tomar nada, pero logré que tomara al menos unos pedacitos de cada cosa. Pero cuando brindábamos, lo hacía con la tristeza reflejada en sus ojos, era incapaz de sonreír, a pesar de mis continuos intentos por hacer desaparecer esa tristeza en su semblante.

Pasaba más tiempo con él que en mi casa. ¿Sabes? Le quería muchísimo, pues fue como un padre para mí, en realidad mucho más que un padre. Me crió desde muy pequeño, y todo lo que soy se lo debo a él. Y digo fue porque murió hace apenas una semana. La noche anterior a su muerte no pude quedarme, mi hija estaba de nuevo enferma, y por si acaso había que llevarla al Hospital debía estar en casa. Pero antes de marcharme aquella tarde, me dijo:

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